Esto hizo que José se ganara la simpatía de su amo, el cual lo hizo su hombre de confianza y le confió la administración de su casa y de todos sus bienes.
Pero Rut le contestó: —No me pidas que te abandone y que me separe de ti, pues iré adonde vayas y viviré donde vivas, que tu pueblo es mi pueblo y tu Dios es mi Dios.
Me pidió permiso para espigar y reunir unas gavillas detrás de los segadores. Llegó esta mañana y ha estado en pie desde entonces hasta ahora, sin descansar un momento.