Eliseo dejó los bueyes, corrió detrás de Elías y le dijo: —Déjame despedirme de mis padres. Luego te sigo. Elías le respondió: —Vete y vuelve. Yo no te lo impido.
Así dice el Señor del universo: —Sucederá en aquellos días que diez hombres procedentes de distintas naciones y lenguas asirán a un judío por la orla del manto y le dirán: «Queremos unirnos a vosotros porque hemos oído que Dios está con vosotros».
Sin embargo, hubo quienes se unieron a él y abrazaron la fe; entre ellos, Dionisio, que era miembro del Areópago; una mujer llamada Dámaris y algunos otros.
pues Dimas me ha abandonado; se ha dejado seducir por las cosas de este mundo y se ha marchado a Tesalónica. Crescencio ha ido a Galacia y Tito a Dalmacia.
¿ibais a aguardar vosotras hasta que fueran mayores, renunciando por ellos a casaros de nuevo? No, hijas mías. Mi pena es mayor que la vuestra, pues la mano del Señor se ha excedido conmigo.
Boaz le respondió: —Me han contado con todo detalle cómo te has portado con tu suegra después de la muerte de tu marido y cómo has dejado a tus padres y tu país natal, para venir a un pueblo hasta ayer desconocido para ti.