¿ibais a aguardar vosotras hasta que fueran mayores, renunciando por ellos a casaros de nuevo? No, hijas mías. Mi pena es mayor que la vuestra, pues la mano del Señor se ha excedido conmigo.
Entonces Judá dijo a su nuera Tamar: —Vuélvete a la casa de tu padre y permanece viuda hasta que mi hijo Selá tenga edad de casarse. Judá decía eso porque temía que también Selá muriese, como había pasado con sus hermanos. Así Tamar regresó a la casa de su padre.
En todas sus campañas el Señor se les ponía en contra haciendo que fracasaran tal como el Señor se lo tenía dicho y jurado. Los puso así en gran aprieto.
Volveos, hijas mías, y marchaos, que soy demasiado vieja para casarme. Y aunque pensara que aún tengo esperanzas y me casara esta misma noche y tuviera hijos,
Entonces convocaron de nuevo a todos los príncipes filisteos y les dijeron: —Llevaos el Arca del Dios de Israel y que vuelva a su sitio, para que no nos aniquile a todos. Y es que por toda la ciudad cundía un pánico mortal, pues el Señor la había castigado muy duramente.