Los labios de la mujer ajena rezuman miel y su boca es más suave que el aceite;
son dulces las lisonjas de su boca, pero en su corazón hay violencia; sus palabras, más suaves que el aceite, no son más que afiladas espadas.
Te librará de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras,
Fosa profunda es la boca de la extraña, el que ofende al Señor caerá en ella.
¿Por qué has de enamorarte, hijo mío, de una ajena y caer en brazos de una desconocida?
Te protegerán de la mujer mala, de la lengua melosa de la extraña.
Con todas estas artes lo sedujo, lo rindió con sus labios lisonjeros
para que te protejan de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras.
Y he descubierto que la mujer es más amarga que la muerte: es, en efecto, una trampa, su corazón un lazo y sus brazos cadenas. El que agrada a Dios se libra de ella, pero el pecador queda atrapado en sus redes.
Miel silvestre hay en tus labios, novia mía; miel y leche debajo de tu lengua; y el olor de tus vestidos es como aroma del Líbano.