Tú, por tu inmensa ternura, no los abandonaste en el desierto. No les faltó la columna de nube para guiarlos por el camino durante el día, ni la columna de fuego, para alumbrar por la noche la senda que debían recorrer.
A lo largo del tiempo que duró la travesía, la nube permanecía durante el día sobre la Morada y durante la noche alumbraba como fuego a la vista de todo el pueblo.
Porque sin tomar en cuenta los pecados de la humanidad, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo por medio de Cristo y a nosotros nos ha confiado ese mensaje de reconciliación.
que iba delante de vosotros para buscaros dónde acampar. De noche lo hacía en forma de fuego, para que vierais el camino a seguir, y de día os acompañaba en forma de nube.
Y oí una voz poderosa que decía desde el trono: —Esta es la morada que Dios ha establecido entre los seres humanos. Habitará con ellos, ellos serán su pueblo y él será su Dios.