Y añadieron: —Hemos venido a vivir en este país porque en Canaán aprieta el hambre y ya no hay pastos para los rebaños de tus siervos. Por eso te rogamos que permitas a tus siervos establecerse en la región de Gosen.
Los arriba nombrados llegaron en tiempos de Ezequías, rey de Judá, atacaron los campamentos y los refugios que encontraron allí, los dejaron completamente aniquilados hasta hoy y se establecieron en su lugar, puesto que habían encontrado pastos para sus ganados.
Pues esto dice el Señor sobre el palacio del rey de Judá: Eres para mí como Galaad, como la cumbre del Líbano, pero juro que te convertiré en desierto; serán las ciudades lugares desprovistos de habitantes.
Lloraré por ti, viña de Sibmá más que por Jazer. Tus sarmientos llegaban al mar, se extendían a tierras de Jazer; pero tu cosecha y tu vendimia cayeron en manos del devastador.
Escogió la mejor tierra para sí, la parte digna de un jefe, y se ha unido a los jefes del pueblo. Cumplió la justa voluntad del Señor, los decretos que había dado a su pueblo.
Al efecto, los israelitas enviaron al país de Galaad, donde estaban los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés, al sacerdote Finés, hijo de Eleazar,
Los rubenitas y los gaditas, con la media tribu de Manasés, regresaron a su territorio, dejando a sus hermanos israelitas en Siló, en el país de Canaán; regresaron al país de Galaad, tierra de su propiedad, en la que se habían establecido siguiendo el mandato del Señor dado por medio de Moisés.