Haré que abandones tu tierra, la heredad que te otorgué; haré que sirvas a tus enemigos en un país desconocido, pues mi cólera arde como fuego y ha prendido para siempre.
Pero no castigaré a vuestras hijas a causa de sus prostituciones, ni a vuestras nueras por sus adulterios; son ellos los que se van con rameras y ofrecen sacrificios con prostitutas sagradas; y así es como va a la ruina un pueblo que no entiende.
Como uvas en el desierto, así fue mi encuentro con Israel. Como brevas en la higuera así elegí a vuestros antepasados; pero cuando llegaron a Baal Peor se consagraron a la ignominia y se hicieron tan abominables como los ídolos que amaban.
Entonces Moisés ordenó a los magistrados de Israel: —Que cada uno de vosotros dé muerte a aquellos de los vuestros que hayan rendido culto a Baal-Peor.
Fueron precisamente ellas las que, por consejo de Balaán, incitaron a los israelitas a rebelarse contra el Señor dando culto a Baal-Peor, lo que provocó que el castigo se abatiera sobre la comunidad del Señor.
Entonces se encolerizó el Señor contra Israel y los entregó en manos de salteadores que los saqueaban; los dejó a merced de los enemigos de alrededor y no pudieron ya resistir ante ellos.
Así que el Señor se encolerizó con el pueblo israelita y dijo: —Ya que este pueblo ha quebrantado la alianza que sellé con sus antepasados y no ha escuchado mi voz,