Lot echó una mirada a su alrededor y vio que todo el valle del Jordán, hasta llegar a Soar, era tierra de regadío como el jardín del Señor y las tierras de Egipto. (Eso era antes de que el Señor destruyera Sodoma y Gomorra).
El Señor será siempre tu guía, saciará tu hambre en el desierto, hará vigoroso tu cuerpo, serás como un huerto regado, como un manantial de aguas cuyo cauce nunca se seca.
¡Fracasen mis perseguidores, no sea yo el fracasado; que sientan ellos terror, no sea yo el aterrado! ¡Envíales el día funesto, destrózalos con doble destrozo!
Subirán alborozados a Sion, acudirán a recibir los dones del Señor: el grano, el mosto y el aceite, las crías del rebaño y la vacada; quedarán saciados como un huerto regado, ya no volverán a desfallecer.
A ambas orillas del torrente crecerán toda clase de árboles frutales, de hoja perenne y cargados siempre de fruta; todos los meses producirán nuevos frutos, pues el agua que los riega es la que sale del santuario. Sus frutos servirán de alimento, y sus hojas serán medicinales.