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Referencias Cruzadas

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Números 24:4

La Palabra (versión española)

oráculo del que oye las palabras de Dios y recibe visiones del Altísimo, del que cae en éxtasis con ojos abiertos.

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20 Referencias Cruzadas  

Después de estos sucesos, el Señor habló a Abrán en una visión y le dijo: —No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y muy grande va a ser tu recompensa.

Cuando el sol estaba a punto de ponerse, Abrán se quedó profundamente dormido y una temible y densa oscuridad lo envolvió.

Entonces Miqueas dijo: —He visto a todo Israel disperso por los montes como un rebaño sin pastor y el Señor decía: No tienen dueño; que vuelvan en paz a sus casas.

Un día, en una visión, hablaste a tus fieles y así les dijiste: «He prestado mi apoyo a un guerrero, he enaltecido a un joven del pueblo.

Se parecía al arco iris que asoma por entre las nubes en días de lluvia; eso es lo que parecía el brillo que le rodeaba: la propia gloria del Señor. Al verlo, caí rostro en tierra y oí que alguien hablaba.

y el Señor les dijo: —Oíd mis palabras. Cuando un profeta surja entre vosotros, yo, el Señor, me revelaré a él en visiones y hablaré con él por medio de sueños;

Esa noche se apareció Dios a Balaán y le dijo: —Ya que esos hombres han venido a buscarte, puedes ir con ellos. Pero solo harás lo que yo te ordene.

Entonces el Señor abrió los ojos de Balaán que, al ver al ángel del Señor de pie en medio del camino con la espada desenvainada en su mano, hizo una profunda reverencia y se postró rostro a tierra.

Entonces Balaán recitó este poema: Oráculo de Balaán hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos abiertos,

¡Cuán hermosas son tus tiendas, Jacob, tus asentamientos, Israel!

De pronto, sintió hambre y quiso comer algo. Estaban preparándoselo, cuando cayó en éxtasis

Entonces el Espíritu dijo a Pedro, que seguía preguntándose intrigado por el sentido de la visión: —Ahí abajo hay tres hombres que te buscan.

A mi regreso a Jerusalén, un día en que estaba orando en el Templo tuve un éxtasis.

cuando el día del Señor caí en éxtasis y oí a mi espalda una voz poderosa, como de trompeta,

Apenas lo vi, caí fulminado a sus pies; pero él me tocó con su mano derecha y me dijo: —No temas; yo soy el primero y el último.

Allí también él se desnudó y estuvo profetizando ante Samuel. Luego cayó desnudo y así estuvo todo el día y toda la noche. Y de ahí viene el dicho: «Hasta Saúl se ha metido a profeta».




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