Entonces Miqueas dijo: —He visto a todo Israel disperso por los montes como un rebaño sin pastor y el Señor decía: No tienen dueño; que vuelvan en paz a sus casas.
Se parecía al arco iris que asoma por entre las nubes en días de lluvia; eso es lo que parecía el brillo que le rodeaba: la propia gloria del Señor. Al verlo, caí rostro en tierra y oí que alguien hablaba.
y el Señor les dijo: —Oíd mis palabras. Cuando un profeta surja entre vosotros, yo, el Señor, me revelaré a él en visiones y hablaré con él por medio de sueños;
Entonces el Señor abrió los ojos de Balaán que, al ver al ángel del Señor de pie en medio del camino con la espada desenvainada en su mano, hizo una profunda reverencia y se postró rostro a tierra.
Allí también él se desnudó y estuvo profetizando ante Samuel. Luego cayó desnudo y así estuvo todo el día y toda la noche. Y de ahí viene el dicho: «Hasta Saúl se ha metido a profeta».