Lo que veo, no sucederá enseguida; lo que contemplo, no está cercano: una estrella sale de Jacob, un rey surge en Israel que aplastará las sienes de Moab, el cráneo de todos los hijos de Set.
¿De qué me sirve profetizar, penetrar todos los secretos y poseer la más profunda ciencia? ¿De qué me vale tener toda la fe que se precisa para mover montañas? Si me falta el amor, no soy nada.
En cuanto a la carne ofrecida en sacrificio a los ídolos, todos conocemos el modo de proceder. Pero el conocimiento envanece; solo el amor es verdaderamente provechoso.