Pero su carne te pertenece a ti, lo mismo que el pecho pasado por el rito de la elevación y el muslo derecho.
Los primogénitos de nuestras vacas y ovejas los traeríamos al Templo de nuestro Dios para los sacerdotes que ofician en el mismo.
El cocinero sacó una pierna entera y se la sirvió a Saúl. Samuel le dijo: —Ahí tienes lo que estaba reservado: sírvete y come, pues se te había guardado para este momento cuando invité a la gente. Y Saúl comió aquel día con Samuel.