y el Señor le dijo: —Yo me acercaré a ti en una nube espesa para que el pueblo pueda escucharme cuando hable contigo; de esta manera no volverán a dudar de ti. Moisés transmitió al Señor la respuesta del pueblo.
A lo largo del tiempo que duró la travesía, la nube permanecía durante el día sobre la Morada y durante la noche alumbraba como fuego a la vista de todo el pueblo.
Acto seguido el Señor descendió en la nube y le habló; tomó luego parte del espíritu que poseía Moisés y se lo infundió a los setenta ancianos. Y cuando el espíritu entró en ellos, se pusieron a hablar como profetas, cosa que no volvió a repetirse.