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Referencias Cruzadas

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Números 11:10

La Palabra (versión española)

Moisés oyó como los componentes de las distintas familias del pueblo se lamentaban, cada uno a la puerta de su tienda. Esto provocó el estallido de la cólera del Señor, cosa que disgustó mucho a Moisés

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19 Referencias Cruzadas  

Se quejaban en sus tiendas, no escuchaban la voz del Señor.

Señor, ¿no voy a odiar a quienes te odian?, ¿no voy a aborrecer a tus enemigos?

Lo oyó el Señor y se llenó de furia, su ira se encendió contra Jacob, se alzó en cólera contra Israel,

Dios lo oyó y se llenó de furia, detestó intensamente a Israel.

Por eso arde en cólera el Señor contra su pueblo, y ha alargado hacia él su mano para herirlo; tiemblan los montes y aparecen sus cadáveres, lo mismo que basura en medio de las calles. Y con todo no se sacia su cólera, su mano sigue amenazante.

Haré que abandones tu tierra, la heredad que te otorgué; haré que sirvas a tus enemigos en un país desconocido, pues mi cólera arde como fuego y ha prendido para siempre.

El pueblo se quejó con acritud ante el Señor. El Señor lo oyó y, ardiendo en cólera, encendió contra ellos su fuego que devoró uno de los flancos del campamento.

hasta el punto de decir al Señor: —¿Por qué tratas tan mal a tu siervo? ¿Por qué me has retirado tu favor y has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí?

Cuando por la noche descendía el rocío sobre el campamento, también el maná descendía sobre él.

Moisés era un hombre muy humilde; no había sobre la tierra otro más humilde que él.

Estalló entonces contra ellos la cólera del Señor; y se fue.

Así lo hicieron; se apartaron de los alrededores de las tiendas de Coré, de Datán y de Abirán, mientras estos habían salido y estaban a las puertas de sus tiendas, con sus mujeres y sus hijos, incluidos los más pequeños.

y protestó contra Dios y contra Moisés, diciendo: —¿Por qué nos habéis hecho salir de Egipto para hacernos morir en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y estamos hastiados de este alimento miserable.

pero Jesús, al verlo, se enojó y les dijo: —Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis, porque el reino de Dios es para los que son como ellos.

Al verlos tan duros de corazón, Jesús les echó una mirada, enojado y entristecido al mismo tiempo, y dijo al enfermo: —Extiende la mano. Él la extendió y la mano recuperó el movimiento.

Se ha encendido el fuego de mi ira, que quema hasta lo profundo del abismo; devorará la tierra y sus cosechas, y consumirá la raíz de las montañas.




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