Moisés insistió: —Te ruego que no nos dejes, pues tú conoces los lugares donde hemos de acampar en el desierto y podrás servirnos de guía.
Yo era ojos para el ciego, era pies para los cojos;
Yo te instruiré y te enseñaré el camino que debes seguir, te aconsejaré y pondré mis ojos en ti.
Si vienes con nosotros, compartiremos contigo el bienestar que el Señor nos depare.
Ayudaos mutuamente a soportar las dificultades, y así cumpliréis la ley de Cristo.