Mirad, yo envío mi mensajero para que abra camino delante de mí. Luego el Señor a quien vosotros buscáis vendrá súbitamente a su Templo. Ved cómo viene el mensajero de la alianza a quien vosotros deseáis —dice el Señor del universo—.
Después de esto, el Señor escogió también a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de él a todos los pueblos y lugares adonde él pensaba ir.
La mujer samaritana le contesta: —¡Cómo! ¿No eres tú judío? ¿Y te atreves a pedirme de beber a mí, que soy samaritana? (Es que los judíos y los samaritanos no se trataban).