Biblia Todo Logo
Referencias Cruzadas

- Anuncios -




Lucas 8:47

La Palabra (versión española)

Al ver la mujer que no podía ocultarse, fue temblando a arrodillarse a los pies de Jesús y, en presencia de todos, declaró por qué lo había tocado y cómo había quedado curada instantáneamente.

Ver Capítulo Copiar

18 Referencias Cruzadas  

Servid al Señor con reverencia, festejadlo emocionados,

Dios mío, ante ti están mis deseos, no se esconde ante ti mi sollozo.

Venid y oídme; yo os contaré a cuantos veneráis a Dios lo que él ha hecho por mí.

Todo eso lo ha hecho mi mano, y así es como todo existió —oráculo del Señor—. En el pobre pongo mis ojos, en el abatido que respeta mis palabras.

Cuando Efraín hablaba, imponía respeto en Israel. Pero se hizo culpable al adorar a Baal, y pereció.

Conozco a fondo a Efraín y de Israel nada se me oculta. Tú, Efraín, te has prostituido e Israel se ha manchado.

Al oírlo se conmovieron mis entrañas; a su voz temblaron mis labios; mis huesos comenzaron a pudrirse y a vacilar mis piernas al andar. Pero yo aguardo sereno que llegue el día de la angustia sobre el pueblo que nos ha oprimido.

Las mujeres se alejaron rápidamente del sepulcro y, asustadas pero al mismo tiempo llenas de alegría, corrieron a llevar la noticia a los discípulos.

La mujer, entonces, temblando de miedo porque sabía lo que le había pasado, fue a arrodillarse a los pies de Jesús y le contó toda la verdad.

Pero Jesús insistió: —Alguien me ha tocado, porque he sentido que un poder [curativo] salía de mí.

Jesús le dijo: —Hija, tu fe te ha sanado. Vete en paz.

El carcelero pidió una luz, corrió hacia el interior y, temblando de miedo, se echó a los pies de Pablo y Silas.

así que me presenté ante vosotros sin recursos y temblando de miedo.

Cada vez que recuerda el profundo respeto con que lo acogisteis y la atención que todos le prestasteis, crece más y más el cariño que os tiene.

Y puesto que siempre me habéis obedecido, queridos míos, ahora que estoy ausente, con temor y temblor ocupaos en vuestra salvación, con más empeño aún que si yo estuviese presente.

Y puesto que somos nosotros los que recibimos ese reino inconmovible, seamos agradecidos, tributemos a Dios un culto agradable con reverencia y respeto.

Samuel hizo tal y como le había dicho el Señor. Cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron preocupados a recibirlo y le dijeron: —¡Bienvenido!




Síguenos en:

Anuncios


Anuncios