Los demás invitados comenzaron, entonces, a preguntarse a sí mismos: «¿Quién es este, que hasta perdona pecados?».
Más tarde, estando Jesús sentado a la mesa en casa de Mateo, acudieron muchos recaudadores de impuestos y gente de mala reputación, que se sentaron también a la mesa con Jesús y sus discípulos.
Entonces algunos maestros de la ley se dijeron: «Este blasfema».
«¿Cómo habla este así? ¡Está blasfemando! ¡Solamente Dios puede perdonar pecados!».