El pueblo entero, que escuchaba a Juan, y aun los mismos recaudadores de impuestos, reconocían que su mensaje procedía de Dios, y recibieron su bautismo.
Había sido iniciado en el camino del Señor y, lleno de entusiasmo, hablaba y enseñaba con esmero los temas concernientes a Jesús, aunque no conocía más bautismo que el de Juan.
cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: —Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios, dueño de todo; recto y fiel es tu proceder, rey de las naciones.
Y Adoni Bécec dijo: —Setenta reyes, con los pulgares de manos y pies cortados, recogían migajas bajo mi mesa. Dios me ha pagado según mi conducta. Lo llevaron a Jerusalén y allí murió.