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Referencias Cruzadas

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Lucas 7:19

La Palabra (versión española)

y los envió a preguntar al Señor: —¿Eres tú el que tenía que venir o debemos esperar a otro?

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38 Referencias Cruzadas  

y, puesto que me has obedecido, todas las naciones de la tierra serán bendecidas por medio de tu descendencia.

Pondré enemistad entre tú y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón.

No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien obedecerán los pueblos.

Un rebrote saldrá del tocón de Jesé, de sus raíces brotará un renuevo.

Pues bien, será el propio Señor quien os dará una señal: Vedla, la joven está embarazada y va a dar a luz un hijo, al que llamará Dios-con-nosotros.

Por eso el Señor abandonará a los suyos hasta que dé a luz la que ha de dar a luz. Y el que aún quede de sus hermanos volverá a reunirse con el pueblo de Israel.

haré temblar a todas las naciones. Llegarán aquí todas las naciones con sus valiosos tesoros, y llenaré este Templo de esplendor —oráculo del Señor del universo—.

Salta de alegría, Sion; grita jubilosa, Jerusalén, porque ya llega tu rey, justo y victorioso, humilde y montado sobre un asno, sobre un borrico, retoño de asna.

cuando reunió a los doce discípulos y empezó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus impuros.

Después de esto, el Señor escogió también a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de él a todos los pueblos y lugares adonde él pensaba ir.

Una vez estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó de orar, uno de los discípulos le dijo: —Señor, enséñanos a orar, al igual que Juan enseñaba a sus discípulos.

Entonces el Señor le dijo: —Vosotros los fariseos limpiáis la copa y la bandeja por fuera, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y maldad.

El Señor le contestó: —Vosotros portaos como el administrador fiel e inteligente a quien su amo pone al frente de la servidumbre para que a su hora les tenga dispuesta la correspondiente ración de comida

Pero el Señor le respondió: —¡Hipócritas! ¿Quién de vosotros no desata su buey o su asno del pesebre y los lleva a beber aunque sea sábado?

Los apóstoles dijeron al Señor: —Aumenta nuestra fe.

El Señor les contestó: —Si tuvierais fe, aunque solo fuera como un grano de mostaza, le diríais a esta morera: «Quítate de ahí y plántate en el mar», y os obedecería.

El Señor añadió: —Ya habéis oído lo que dijo aquel mal juez.

Zaqueo, por su parte, se puso en pie y, dirigiéndose al Señor, dijo: —Señor, estoy decidido a dar a los pobres la mitad de mis bienes y a devolver cuatro veces más a los que haya defraudado en algo.

En aquel momento, el Señor se volvió y miró a Pedro. Se acordó Pedro de que el Señor le había dicho: «Hoy mismo, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces»

que les dijeron: —Es cierto que el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.

El Señor, al verla, se sintió profundamente conmovido y le dijo: —No llores.

Los enviados se presentaron a Jesús y le dijeron: —Juan el Bautista nos envía a preguntarte si eres tú el que tenía que venir o hemos de esperar a otro.

(María, hermana de Lázaro, el enfermo, era la misma que derramó perfume sobre los pies del Señor y se los secó con sus cabellos.)

Se enteró Jesús de que los fariseos supieron que cada vez aumentaba más el número de sus seguidores y que bautizaba incluso más que Juan,

La mujer le dice: —Yo sé que el Mesías (es decir, el Cristo) está por llegar; cuando venga nos lo enseñará todo.

Llegaron entre tanto de la ciudad de Tiberíades unas barcas y atracaron cerca del lugar en que la gente había comido el pan cuando el Señor pronunció la acción de gracias.

Josué, hijo de Nun, envió en secreto desde Sitín a dos espías encomendándoles: —Id y reconoced la región y la ciudad de Jericó. Ellos fueron y entraron en casa de una prostituta, llamada Rajab, y se quedaron a dormir allí.

Será entonces cuando yo envíe a mis dos testigos, para que, austeramente vestidos, proclamen el mensaje profético de Dios durante mil doscientos sesenta días.




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