Por eso, el Señor no hará caso de los jóvenes, tampoco se apiadará de huérfanos y viudas, pues todos son impíos y malvados, toda boca profiere necedades. Con todo, su cólera persiste, su mano sigue amenazante.
Deberían sentirse avergonzados por haber cometido abominaciones; pero no se van a avergonzar, ni siquiera conocen el pudor. Por eso caerán entre otros caídos, se hundirán cuando venga a castigarlos —dice el Señor.
Deberían sentirse avergonzados por haber cometido abominaciones; pero no se van a avergonzar, ni siquiera conocen el pudor. Por eso caerán entre otros caídos, se hundirán cuando venga a castigarlos —oráculo del Señor—.