Asá se indignó con el profeta y lo metió en la cárcel, enfurecido por sus palabras. Por aquella época Asá también reprimió duramente a algunos ciudadanos.
Agarraron a Jeremías y lo arrojaron a la cisterna de Malquías, príncipe real, la que está en el patio de la guardia, bajándolo con sogas. La cisterna no tenía agua, pero estaba llena de barro, y Jeremías se hundió en él.
Al darse cuenta Herodes de que aquellos sabios se habían burlado de él, montó en cólera y mandó matar en Belén y sus alrededores a todos los niños menores de dos años, conforme al tiempo que calculó a partir de los informes de los sabios.
y, echando mano a Jesús, lo arrojaron fuera del pueblo y lo llevaron a un barranco de la montaña sobre la que estaba asentado el pueblo, con intención de despeñarlo.