El año treinta, el día cinco del cuarto mes, estaba yo con los deportados junto a la orilla del río Quebar. Entonces se abrió el cielo y tuve una visión divina.
En una ocasión en que Jesús se había retirado para orar a solas, los discípulos fueron a reunirse con él. Jesús, entonces, les preguntó: —¿Quién dice la gente que soy yo?
desde los días en que Juan bautizaba hasta que fue arrebatado de nuestro lado, se agregue a nuestro grupo para ser con nosotros testigo de su resurrección.