Llega, bieldo en mano, dispuesto a limpiar su era; guardará el trigo en su granero, mientras que con la paja hará una hoguera que arderá sin fin.
No ocurre así a los malvados, paja que el viento arrastra.
Los bueyes y asnos que trabajan la tierra comerán forraje fermentado, aventado con palas y horcas.
Los aventé con el bieldo por las ciudades del país; dejé a mi pueblo sin hijos, lo destruí por completo, pero no cambiaron de conducta.
Pero desconocen los designios del Señor y no comprenden que los ha reunido para [trillarlos] como gavillas en la era.
Dejadlos crecer juntos hasta el tiempo de la siega. Entonces encargaré a los segadores que corten primero la cizaña y la aten en manojos para quemarla, y que luego guarden el trigo en mi granero».
Llega, bieldo en mano, dispuesto a limpiar su era; guardará el trigo en el granero, mientras que con la paja hará una hoguera que arderá sin fin.
Con estos y otros muchos discursos exhortaba Juan a la gente y anunciaba al pueblo el evangelio.