Comenzaron la acusación diciendo: —Hemos comprobado que este anda alborotando a nuestra nación. Se opone a que se pague el tributo al emperador y, además, afirma que es el rey Mesías.
Oía a muchos murmurar: «Este es Terror-En-Derredor, denunciadlo, vamos a denunciarlo». La gente que me era más cercana andaba acechando mi traspié: «Tal vez, seducido, lo sometamos y podamos vengarnos de él».
Los dignatarios dijeron al rey: —Ese hombre debe morir, porque, al hablar de tal modo, está debilitando el ánimo de los soldados que quedan en la ciudad y del resto de la gente. En realidad, ese hombre no busca el bienestar del pueblo, sino su desgracia.
Amasías, sacerdote de Betel, envió a decir a Jeroboán, rey de Israel: «Amós anda conspirando contra ti en medio de Israel y el país no puede tolerar más sus palabras, pues anda diciendo que
Pero, en fin, para que nadie se ofenda, acércate al lago y echa el anzuelo al agua. En la boca del primer pez que pesques encontrarás la moneda precisa. Págales con ella el impuesto por ti y por mí.
y les dijo: —Me habéis traído a este hombre diciendo que está alterando el orden público; pero yo lo he interrogado delante de vosotros y no he encontrado en él ningún crimen de los que lo acusáis.
Desde ese momento, Pilato intentaba por todos los medios poner a Jesús en libertad. Pero los judíos le gritaban: —Si lo pones en libertad, no eres amigo del emperador. El que pretende ser rey se enfrenta al emperador.
Hemos llegado a descubrir que este hombre es peor que la peste. Se dedica a fomentar la discordia entre los judíos de todo el Imperio, además de ser el cabecilla de la secta de los nazarenos.