Aquel día, Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues hasta aquel momento habían estado enemistados.
Un grupo de fariseos y saduceos fue a ver a Jesús. Para tenderle una trampa, le pidieron que hiciera alguna señal milagrosa de parte de Dios.
Lo llevaron atado y se lo entregaron a Pilato, el gobernador.
Y realmente es cierto que, en esta ciudad, Pilato y Herodes se confabularon con los extranjeros y el pueblo israelita en contra de Jesús, tu santo servidor y Mesías.