Algunos maestros de la ley dijeron a Jesús: —Maestro, tienes razón.
porque Dios es un Dios de vivos y no de muertos, ya que para él todos viven.
Y ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas.
La controversia tomó grandes proporciones, hasta que algunos maestros de la ley, miembros del partido fariseo, afirmaron rotundamente: —No hallamos culpa en este hombre. Puede que un espíritu o un ángel le haya hablado.