Durante su reinado Jiel, el de Betel, reconstruyó Jericó. Pero los cimientos le costaron la vida de su primogénito Abirán, y las puertas, la vida de su hijo menor, Segub, tal y como había anunciado el Señor por medio de Josué, el hijo de Nun.
En esto llegaron a Jericó. Y más tarde, cuando Jesús salía de allí acompañado de sus discípulos y de otra mucha gente, un ciego llamado Bartimeo (es decir, hijo de Timeo) estaba sentado junto al camino pidiendo limosna.
Josué, hijo de Nun, envió en secreto desde Sitín a dos espías encomendándoles: —Id y reconoced la región y la ciudad de Jericó. Ellos fueron y entraron en casa de una prostituta, llamada Rajab, y se quedaron a dormir allí.