Jesús le dijo: —Recobra la vista. Tu fe te ha sanado.
Y le dijo: —Levántate y vete. Tu fe te ha sanado.
Jesús le dijo: —Hija, tu fe te ha sanado. Vete en paz.
Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: —Quiero. Queda limpio. Y al instante el leproso quedó limpio.
Pero Jesús dijo a la mujer: —Tu fe te ha salvado. Vete en paz.
Pero Jesús se volvió y, al verla, le dijo: —Ánimo, hija, tu fe te ha sanado. Y en aquel mismo instante la mujer recuperó la salud.
Envió su palabra y los salvó, los libró de la tumba.
Entonces Jesús le respondió: —¡Grande es tu fe, mujer! ¡Que se haga lo que deseas! Y su hija quedó curada en aquel mismo instante.
porque habló y todo fue hecho, él dio la orden y todo existió.
—¿Qué quieres que haga por ti? El ciego contestó: —Señor, que vuelva a ver.