Llevaron unos niños a Jesús para que los bendijese. Los discípulos, al verlo, reñían a quienes los llevaban;
pero Jesús, llamando a los niños, dijo: —Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis, porque el reino de Dios es para los que son como ellos.
Al ver esto, los discípulos Santiago y Juan dijeron: —Señor, ¿ordenamos que descienda fuego del cielo y los destruya?
Entonces lo llevó al santuario del Señor en Siló, junto con un novillo, un saco de harina y un pellejo de vino.
Sacrificaron el novillo y presentaron el niño a Elí.