Cuando tendéis las manos suplicantes, aparto mi vista de vosotros; por más que aumentéis las oraciones, no pienso darles oído; vuestras manos están llenas de sangre.
Después llegan en masa, se sientan ante ti y prestan atención a tus palabras, pero no las ponen en práctica. Me halagan de palabra, pero luego actúan buscando su interés y su capricho.
Hijos míos, ya no estaré con vosotros por mucho tiempo. Me buscaréis, pero os digo lo mismo que ya dije a los judíos: adonde yo voy vosotros no podéis venir.
Deberíais preocuparos no tanto por el alimento transitorio, cuanto por el duradero, el que da vida eterna. Este es el alimento que os dará el Hijo del hombre, a quien Dios Padre ha acreditado con su sello.
Cuando regresaron, dijeron a Josué: —Que no suba todo el pueblo; para atacar a Ay basta con que vayan dos o tres mil guerreros. No molestes a todo el pueblo haciendo que suba hasta allí, porque ellos son pocos.