Una sola cosa pido al Señor, solo esto quiero: sentarme en la casa del Señor todos los días de mi vida, contemplar la gracia del Señor y frecuentar su Templo.
No he hablado a escondidas, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a los hijos de Jacob que me buscaran en el vacío. Yo soy el Señor, y digo la verdad; anuncio las cosas que son justas.
Decidme, ¿cuál de los dos cumplió el mandato de su padre? Ellos respondieron: —El primero. Y Jesús añadió: —Pues os aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van a entrar en el reino de Dios antes que vosotros.
No me elegisteis vosotros a mí; fui yo quien os elegí a vosotros. Y os he destinado para que os pongáis en camino y deis fruto abundante y duradero. Así, el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre.
Jesús le responde: —Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», serías tú la que me pedirías de beber, y yo te daría agua viva.
Es Dios mismo quien dice: Tengo un tiempo propicio para escucharte, un día en que acudiré en tu ayuda para salvarte. Pues bien, este es el tiempo propicio, este es el día de la salvación.
A los demás que vivís en Tiatira sin haberos contaminado con esa doctrina —la de los secretos de Satanás, según la llaman—, ninguna otra obligación voy a imponeros.