Cuando se cumplió el tiempo de dar a luz, Elisabet tuvo un hijo.
No es Dios un ser humano para que pueda mentir, ni es mortal para cambiar de opinión. ¿Dirá algo y no lo hará? ¿Prometerá y no lo cumplirá?
Pero el ángel le dijo: —No tengas miedo, Zacarías. Dios ha escuchado tu oración, y tu mujer Elisabet te dará un hijo, al que llamarás Juan.
Durante el reinado de Herodes en Judea, hubo un sacerdote llamado Zacarías, que pertenecía al grupo sacerdotal de Abías. La esposa de Zacarías, llamada Elisabet, pertenecía también a la descendencia de Aarón.
María se quedó unos tres meses con Elisabet, y luego regresó a su casa.
Sus vecinos y parientes se enteraron de este gran don que el Señor, en su misericordia, le había concedido, y acudieron a felicitarla.