y exclamó con gritos alborozados: —¡Dios te ha bendecido más que a ninguna otra mujer, y ha bendecido también al hijo que está en tu vientre!
y, puesto que me has obedecido, todas las naciones de la tierra serán bendecidas por medio de tu descendencia.
le otorgas bendiciones eternas, lo llenas, junto a ti, de alegría.
Tú eres el más bello de los hombres, en tus labios la gracia se derrama, por eso Dios te bendice por siempre.
El ángel entró en el lugar donde estaba María y le dijo: —Alégrate, favorecida de Dios. El Señor está contigo.
Y sucedió que, al oír Elisabet el saludo de María, el niño que llevaba en su vientre saltó de alegría. Elisabet quedó llena del Espíritu Santo,
Pero ¿cómo se me concede que la madre de mi Señor venga a visitarme?
porque ha puesto sus ojos en mí que soy su humilde esclava. De ahora en adelante todos me llamarán feliz,
decían: —¡Benditoel Rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria al Dios Altísimo!
son suyos los patriarcas y de ellos, en cuanto hombre, procede Cristo, que es Dios sobre todas las cosas, bendito por siempre. Amén.
Hagámoslo con los ojos puestos en Jesús, origen y plenitud de nuestra fe. Jesús, que, renunciando a una vida placentera, afrontó sin acobardarse la ignominia de la cruz y ahora está sentado junto al trono de Dios.
Bendita entre las mujeres Jael, mujer de Jéber, el quenita; bendita sea entre las mujeres que habitan en tiendas.