Pero el ángel le dijo: —No tengas miedo, María, pues Dios te ha concedido su gracia.
Pero el Señor se apiadó de Noé.
No temas, que estoy contigo; no te angusties, que soy tu Dios. Te doy fuerza y voy a ayudarte, te sostiene mi diestra salvadora.
No temas, gusanito de Jacob; no te angusties, cosita de Israel; te voy a auxiliar —oráculo del Señor—. Tu redentor es el Santo de Israel.
Así dice el Señor, tu Hacedor, que te formó en el vientre y te auxilia: No temas, Jacob, siervo mío, Jesurún, a quien he elegido.
Pero enseguida Jesús se dirigió a ellos diciendo: —Tranquilizaos, soy yo. No tengáis miedo.
Entonces el ángel dijo a las mujeres: —No temáis. Ya sé que estáis buscando a Jesús, el que fue crucificado.
Pero el ángel le dijo: —No tengas miedo, Zacarías. Dios ha escuchado tu oración, y tu mujer Elisabet te dará un hijo, al que llamarás Juan.
No tengas miedo, pequeño rebaño, que es voluntad de vuestro Padre daros el reino.
y me dijo: «No temas, Pablo. Has de comparecer ante el emperador, y Dios te ha concedido también la vida de tus compañeros de navegación».
¿Qué añadir a todo esto? Si Dios está a nuestro favor, ¿quién podrá estar contra nosotros?
Por eso podemos exclamar llenos de confianza: El Señor es quien me ayuda, nada temo, ¿qué podrán hacerme los humanos?