No te postrarás ante sus dioses ni les rendirás culto; no imitarás las costumbres de esos pueblos, sino que derribarás y harás trizas sus piedras votivas.
No abandonó su talante de prostituta que había arrastrado desde Egipto, donde se habían acostado con ella cuando era joven, donde acariciaron sus senos de doncella y desahogaron con ella su lujuria.
No os amoldéis a los criterios de este mundo; al contrario, dejaos transformar y renovad vuestro interior de tal manera que sepáis apreciar lo que Dios quiere, es decir, lo bueno, lo que le es grato, lo perfecto.
¡Que ninguno de vosotros, hombre o mujer, familia o tribu, aparte hoy su corazón del Señor nuestro Dios para dar culto a los dioses de esas naciones! ¡Que no haya entre vosotros raíz que produzca amargura y veneno!
Y cuando el Señor tu Dios los haya expulsado ante tus ojos, no vayas a pensar: «El Señor me ha permitido tomar posesión de esta tierra porque soy justo». Si el Señor los expulsó delante de ti, es porque ellos son culpables.