por tanto, aunque sean rumiantes o tengan la pezuña partida, no comeréis: el camello al que consideraréis impuro porque es rumiante, pero no tiene pezuña partida;
En cambio, todo aquel que escucha mis palabras, pero no obra en consecuencia, puede compararse a una persona necia que construyó su casa sobre un terreno arenoso.
Sin embargo, aunque sean rumiantes o tengan la pezuña partida, no podréis comer el camello, la liebre y el conejo, porque aunque son rumiantes no tienen la pezuña partida. A estos consideradlos impuros;