A todo animal acuático que no tenga escamas y aletas, lo consideraréis impuro.
—Mañana mismo —respondió el faraón. Moisés asintió: —Así se hará, para que reconozcas que no hay nadie como el Señor nuestro Dios.
No comeréis la carne de estos animales, ni tocaréis sus cadáveres; los consideraréis impuros.
De las aves, consideraréis impuras y no se deberán comer por cuanto son algo detestable: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina;