El Señor dijo a Gedeón: —Esa gente que te acompaña es demasiada para que yo pueda entregarles a Madián; se podría enorgullecer Israel a mi costa diciendo: «¡Es mi fuerza la que me ha salvado!».
Decía [el rey de Samaría]: «Lo he hecho con la fuerza de mi mano, con mi sabiduría y con mi perspicacia. Desvié las fronteras de los pueblos, me he apropiado de todos sus tesoros, abatí como un héroe a sus reyes.
El que alardee, alardee de esto: de tener entendimiento y conocerme, de saber que yo soy el Señor, que pongo en práctica la fidelidad, la justicia y el derecho en el país. Estas son las cosas que me agradan —oráculo del Señor.
Tu belleza te había hecho altanero, se había corrompido tu sabiduría a causa de tanto esplendor. Te he precipitado por tierra, convertido en espectáculo de reyes.
—Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Esto dice el Señor Dios: Tienes corazón altanero, y dices: «Yo soy un dios instalado en morada divina, allí en el corazón del mar». Pero solo eres un hombre, no Dios, aunque hayas puesto tu corazón a la altura del corazón de los dioses.
En aquel mismo momento se cumplieron en Nabucodonosor las palabras pronunciadas: dejó de vivir entre personas y empezó a comer hierba como los toros, su cuerpo quedó empapado por el rocío del cielo, los cabellos le crecieron como plumas de águila y le salieron uñas como las de las aves.
Pero el Señor salvará en primer lugar a las gentes de Judá para que ni la descendencia de David ni los moradores de Jerusalén se envalentonen a costa de Judá.
Pero no vayas a creerte mejor que las ramas originales; en cualquier caso, a la hora de presumir, recuerda que no eres tú quien sostiene a la raíz, sino ella la que te sostiene a ti.
Pero temí las burlas del enemigo, que los adversarios pudieran entenderlo mal y pensaran: «La victoria ha sido nuestra, nada de esto lo ha hecho el Señor».
Recuerda que ha sido el Señor tu Dios quien te ha dado las fuerzas para obtener esa prosperidad; así ha confirmado hoy la alianza que juró a tus antepasados.
Aunque su benevolencia es siempre mayor, y por eso dice también la Escritura: Dios hace frente a los orgullosos y concede, en cambio, su favor a los humildes.
Jonatán dijo a su escudero: —Vamos a cruzar hasta el destacamento de esos incircuncisos. A ver si el Señor nos ayuda, pues a él le da igual salvar con muchos o con pocos.