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Referencias Cruzadas

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Jueces 4:3

La Palabra (versión española)

Entonces los israelitas suplicaron al Señor porque Jabín tenía novecientos carros de hierro y llevaba veinte años oprimiendo duramente a los israelitas.

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19 Referencias Cruzadas  

los subyugaron sus enemigos, los sometieron a su poder.

Invócame en tiempo de angustia, yo te salvaré y tú me darás gloria».

Si los hacía morir lo buscaban, se arrepentían dirigiéndose a él;

Pasado mucho tiempo, el rey de Egipto murió, pero los israelitas seguían esclavizados, quejándose y lamentándose. Desde la esclavitud sus gritos de dolor llegaron hasta Dios

de manera que en pleno día andarás a tientas, como el ciego en la oscuridad. Fracasarás en todo lo que hagas; día tras día serás oprimido; te robarán y nadie acudirá en tu ayuda.

Un pueblo desconocido se comerá los frutos de tu tierra y todo el producto de tu trabajo; te explotará y te maltratará sin parar.

Los descendientes de José respondieron: —La montaña no nos basta y, por otra parte, los cananeos que habitan en el llano tienen carros de hierro, tanto los de Betsán y sus filiales como los de la llanura de Jezrael.

El Señor asistió a Judá, que conquistó la región montañosa; pero no pudo expulsar a los que habitaban la llanura porque tenían carros de hierro.

Los israelitas suplicaron al Señor diciendo: —Hemos pecado contra ti, Señor, al abandonarte a ti, nuestro Dios, para rendir culto a los Baales.

Quitaron de en medio los dioses extranjeros y dieron culto al Señor que ya no pudo soportar más la aflicción de Israel.

Entonces los israelitas suplicaron al Señor y el Señor les concedió un libertador: Ejud, hijo de Guerá, benjaminita, que era zurdo. Los israelitas le encomendaron la entrega del tributo a Eglón, rey de Moab.

Los israelitas suplicaron al Señor y el Señor les concedió un libertador que los salvó: Otoniel, hijo de Quenaz y hermano menor de Caleb.

Y Sísara reunió todos sus carros, novecientos carros de hierro, y todas sus tropas, llevándolas desde Jaróset Goyín al torrente Quisón.

Por aquel tiempo, Débora, una profetisa, mujer de Lapidot, era juez en Israel.

Preferían dioses nuevos; la guerra les llegaba a las puertas; no se veía un escudo, ni una lanza entre los cuarenta mil de Israel.

quedando Israel reducido a una gran miseria por causa de Madián.

y dijeron a Samuel: —No dejes de suplicar por nosotros al Señor nuestro Dios, para que nos defienda de los filisteos.




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