Cuando iba a casa de su marido, Otoniel la instigó para que pidiera a su padre un campo. Se apeó Axá del asno y Caleb le preguntó: —¿Qué quieres?
Ella contestó: —Hazme un regalo. Ya que me has dado tierras en el Négueb, dame también manantiales de agua. Y Caleb le dio los manantiales de arriba y los de abajo.