Unos decían: —Sí, es el mismo. Otros, en cambio, opinaban: —No es él, sino uno que se le parece. Pero el propio interesado aseguraba: —Soy yo mismo.
Ellos le preguntaron: —¿Y cómo has conseguido ver?
Sus vecinos y todos cuantos lo habían visto antes pidiendo limosna, comentaban: —¿No es este el que se sentaba por aquí y pedía limosna?