Jesús respondió: —Si aceptarais ser ciegos, no habría pecado en vosotros; pero como presumís de ver, vuestro pecado es patente.
Más se puede esperar de un necio que de alguien que presume de sabio.
¡Ay de los que se creen sabios, y se tienen por juiciosos!
dices: «Soy inocente, su ira se apartará de mí». Pues ahora te voy a juzgar, por decir que no has pecado.
El criado que sabe lo que su amo quiere, pero no se prepara para hacerlo, será castigado con severidad.
Os digo que este recaudador de impuestos volvió a casa con sus pecados perdonados; el fariseo, en cambio, no. Porque Dios humillará a quien se ensalce a sí mismo; pero ensalzará a quien se humille a sí mismo.
Porque si después de haber conocido la verdad continuamos pecando intencionadamente, ¿qué otro sacrificio podrá perdonar los pecados?
Porque quien sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.