Como ellos insistían en preguntar, Jesús se incorporó y les dijo: —El que de vosotros esté sin pecado, que sea el primero en lanzar la piedra contra ella.
En su mano derecha tenía siete estrellas y de su boca salía una cortante espada de dos filos y su rostro era como el sol cuando brilla con todo su resplandor.
Una espada afilada sale de su boca para herir con ella a las naciones, a las que gobernará con cetro de hierro; y se dispone a pisar el lagar donde rezuma el vino de la terrible ira de Dios, que es dueño de todo.