Terminada la discusión, cada uno se marchó a su casa.
El Señor frustra los planes de las naciones, hace fracasar los proyectos de los pueblos;
Hasta el furor de los humanos te engrandece, los que escapan a tu cólera te sirven de corona.
Los valientes, despojados, cayeron dormidos; quedaron sin fuerza los hombres valerosos.
Los otros le replicaron: —¿También tú eres de Galilea? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no ha salido jamás un profeta. [
Jesús, por su parte, se fue al monte de los Olivos.
Tras intercambiar saludos de despedida, subimos a bordo de la nave, y ellos regresaron a sus casas.