Pedro, que lo había seguido de lejos hasta la mansión del sumo sacerdote, entró también y se sentó junto a los criados para ver en qué terminaba todo aquello.
Entonces, los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron una reunión urgente del Consejo Supremo donde acordaron: —Es necesario tomar alguna medida ya que este hombre está haciendo muchas cosas sorprendentes.
Llegó a oídos de los fariseos lo que la gente comentaba sobre Jesús y, puestos de acuerdo con los jefes de los sacerdotes, enviaron a los guardias del Templo con orden de apresarlo.
Los padres contestaron así por miedo a los judíos, pues estos habían tomado la decisión de expulsar de la sinagoga a todos los que reconocieran que Jesús era el Mesías.