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Referencias Cruzadas

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Juan 7:28

La Palabra (versión española)

A lo que Jesús, que estaba enseñando en el Templo, replicó: —¿De manera que me conocéis y sabéis de dónde soy? Sin embargo, yo no he venido por mi propia cuenta, sino que he sido enviado por aquel que es veraz y a quien vosotros no conocéis.

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46 Referencias Cruzadas  

En ti confían los que conocen tu nombre pues tú, Señor, no abandonas a quien te busca.

Nadie enseñará a nadie diciendo: «Conoced al Señor», porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande —oráculo del Señor—; perdonaré sus culpas y ya no me acordaré de sus pecados.

Por eso, así dice el Señor del universo: He pensado refinarlos y probarlos, ¿qué otra cosa puedo hacer con su maldad?

Escuchad, israelitas, la palabra del Señor, porque el Señor está en pleito con los habitantes del país, pues no hay fidelidad ni amor ni conocimiento de Dios en el país.

Sus acciones no les permiten convertirse a su Dios porque dentro de ellos hay un espíritu de prostitución y no conocen al Señor.

[Y luego continuó:] —Mi Padre lo ha puesto todo en mis manos y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera revelárselo.

y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. De esta manera se cumplió lo dicho por medio de los profetas: que Jesús sería llamado nazareno.

Entonces dijo Jesús a aquel tropel de gente: —¿Por qué habéis venido a arrestarme con espadas y garrotes, como si yo fuera un ladrón? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me habéis arrestado.

Mi Padre lo ha puesto todo en mis manos y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera revelárselo.

En la ciudad de David os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Después de haber cumplido todos los preceptos de la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su pueblo, Nazaret.

Por esta razón, también José, que era descendiente del rey David, se dirigió desde Nazaret, en la región de Galilea, a Belén, la ciudad de David, en el territorio de Judea,

El niño regresó a Nazaret con sus padres y siguió sujeto a ellos. En cuanto a su madre, guardaba todas estas cosas en lo íntimo de su corazón.

Natanael exclamó: —¿Es que puede salir algo bueno de Nazaret? Felipe le contestó: —Ven y verás.

¿con qué derecho me acusáis de blasfemia a mí, que he sido elegido por el Padre para ser enviado al mundo, por haber dicho que soy Hijo de Dios?

Porque yo no hablo por mi cuenta; el Padre, que me ha enviado, es quien me ha ordenado lo que debo decir y enseñar.

¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que yo os he enseñado no ha sido por mi propia cuenta. Es el Padre quien realiza sus obras viviendo en mí.

pero tiene que ser así para demostrar al mundo que yo amo al Padre y que cumplo fielmente la misión que me encomendó. Levantaos. Vámonos de aquí.

Y harán eso con vosotros porque no conocen ni al Padre ni a mí.

Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo te conozco, y todos estos han llegado a conocer que tú me has enviado.

Y la vida eterna consiste en que te reconozcan a ti como único Dios verdadero, y a Jesucristo como tu enviado.

fue una noche a ver a Jesús y le dijo: —Maestro, sabemos que Dios te ha enviado para enseñarnos. Nadie, en efecto, puede realizar los milagros que tú haces si Dios no está con él.

El que acepta su testimonio reconoce que Dios dice la verdad.

Es otro el que testifica a mi favor, y yo sé que su testimonio a mi favor es plenamente válido.

Yo he venido de parte de mi Padre, pero vosotros no me aceptáis; en cambio, aceptaríais a cualquier otro que viniera en nombre propio.

Decían: —¿No es este Jesús, el hijo de José? Conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo se atreve a decir que ha bajado del cielo?

Mediada ya la fiesta, Jesús se presentó en el Templo y se puso a enseñar.

Jesús les contestó: —Aun cuando yo testifique a mi favor, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y adónde voy. Vosotros, en cambio, no sabéis ni de dónde vengo ni adónde voy.

y, cuando lo hago, mi juicio es válido, porque no estoy yo solo; conmigo está el Padre que me envió.

Ellos le preguntaron: —¿Dónde está tu padre? Contestó Jesús: —Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre.

Tengo muchas cosas que decir de vosotros, y muchas que condenar. Pero lo que digo al mundo es lo que oí al que me envió, y él dice la verdad.

Jesús les dijo: —Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he venido de Dios y aquí estoy. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me ha enviado.

Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; en cuanto a este, ni siquiera sabemos de dónde es.

Lo prueba el hecho de que, mientras deambulaba por la ciudad contemplando vuestros monumentos sagrados, he encontrado un altar con esta inscripción: «Al dios desconocido». Pues al que vosotros adoráis sin conocerlo, a ese os vengo a anunciar.

Y como no tienen interés en conocer a Dios, es Dios mismo quien los deja a merced de una mente pervertida que los empuja a hacer lo que no deben.

¡De ningún modo! Dios es veraz aunque el ser humano sea mentiroso. Lo dice la Escritura: Tus palabras pondrán de manifiesto que eres fiel y en cualquier pleito saldrás vencedor.

Dios es testigo de que nuestro modo de hablaros no es a la vez un «sí» y un «no»,

Pues el mismo Dios que dijo: Resplandezca la luz desde el seno de las tinieblas, para que irradiemos la luz del conocimiento glorioso de Dios reflejado en el rostro de Cristo.

y se apoya en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, prometió esa vida desde la eternidad,

Ofrecía así dos garantías, ambas irrevocables, porque Dios no puede engañar, y proporcionaba un poderoso consuelo a quienes se refugiaban en él para mantener la esperanza a que estamos destinados.

Por eso, si creemos en el Hijo de Dios, es que hemos aceptado el testimonio de Dios. Pero quien no se fía de Dios ni presta crédito al testimonio que él ha dado en favor de su Hijo, está acusando a Dios de mentiroso.

Los hijos de Elí eran unos desalmados que no respetaban al Señor,




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