Os engañasteis a vosotros mismos cuando me enviasteis al Señor, vuestro Dios, pidiéndome que consultara por vosotros y diciendo que os comunicara lo que decía el Señor, para ponerlo en práctica.
Deberíais preocuparos no tanto por el alimento transitorio, cuanto por el duradero, el que da vida eterna. Este es el alimento que os dará el Hijo del hombre, a quien Dios Padre ha acreditado con su sello.