Jesús le dijo: —Vuelve a tu casa; tu hijo está ya bien. Aquel hombre creyó lo que Jesús le había dicho y se fue.
La tinaja de harina no se acabó ni la alcuza de aceite se vació, tal y como el Señor había anunciado por medio de Elías.
Luego dijo Jesús al oficial: —Vete a tu casa y que se haga como creíste. En aquel mismo momento, el asistente quedó curado.
Jesús, al verlos, les dijo: —Id a presentaros a los sacerdotes. Y sucedió que, mientras iban a presentarse, quedaron limpios de su lepra.
Jesús le contestó: —¿No te he dicho que, si tienes fe, verás la gloria de Dios?
Pero el oficial insistía: —Señor, ven pronto, antes que muera mi niño.
Cuando regresaba a casa, le salieron al encuentro sus criados para comunicarle que su niño estaba curado.
Daba por supuesto Abrahán que Dios tiene poder incluso para resucitar a los muertos; por eso, el recuperar a su hijo fue para él como un símbolo.