El Señor dice: «Yo os amo». Pero vosotros respondéis: «¿Cómo muestras que nos amas?». ¿No era Esaú hermano de Jacob? —oráculo del Señor—. Sin embargo, amé a Jacob
y haced del amor la norma de vuestra vida, pues también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios.
Hermanos, debemos dar gracias a Dios sin cesar por vosotros. Es justo que lo hagamos así porque progresáis extraordinariamente en la fe y es cada vez mayor el amor mutuo que os tenéis todos vosotros.
Ahora, Señora, te ruego que nos amemos unos a otros, no como si te escribiera sobre un mandamiento nuevo, sino sobre el que tenemos desde el principio.