Jesús le contestó: —El que me ama de verdad se mantendrá fiel a mi mensaje; mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a él y haremos en él nuestra morada.
Dijo entonces Dios: —Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza para que domine sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.
Pues esto dice el Alto y Excelso, el que vive por siempre, de nombre Santo: Yo habito en las alturas sagradas, pero miro por humildes y abatidos, para reanimar el espíritu abatido, para reanimar el corazón humillado.
el Espíritu de la verdad a quien los que son del mundo no pueden recibir porque no lo ven ni lo conocen; vosotros, en cambio, sí lo conocéis, porque vive en vosotros y está en medio de vosotros.
El que acepta mis mandamientos y los cumple, es el que me ama de verdad; y el que me ama será amado por mi Padre, y también yo lo amaré y me manifestaré a él.
Al oír esto, los judíos le dijeron: —Ahora estamos seguros de que estás endemoniado. Abrahán murió, los profetas murieron, ¿y tú dices que quien acepta tu mensaje jamás morirá?
¿Puede haber algo en común entre el templo de Dios y los ídolos? Pues nosotros somos templos de Dios viviente. Así lo ha dicho Dios mismo: Habitaré y caminaré en medio de ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
En cuanto a vosotros, hijos míos, pertenecéis a Dios y habéis vencido a esos falsos profetas, pues el que está con vosotros es más fuerte que el que está con el mundo.
Y oí una voz poderosa que decía desde el trono: —Esta es la morada que Dios ha establecido entre los seres humanos. Habitará con ellos, ellos serán su pueblo y él será su Dios.